jueves, 22 de diciembre de 2011

ESCENARIO

Llovía esa noche, por lo tanto, estaba absolutamente oscuro, sin destello de luna ni estrellas, ni siquiera de relámpagos, tenía horas lloviendo, con constancia pero no muy abundantemente.
Esa noche, iban a  encontrar a la caravana que las llevaría a una gran ciudad desconocida, que está como a cinco horas de camino.
Habiendo hecho la maleta al anochecer, se acostaron a  dormir un rato, según los planes, un amigo pasaría por ellas. Pero, de último momento, avisó que no podría hacerlo  así que les envió un trabajador desconocido en uno de sus vehículos para recogerlas y llevarlas al punto mas cercano al de la cita.
Tres y media de la mañana, hora de la cita, el transporte  llegó con anticipación, se apresuraron y cerrando la casa, subieron a el.
Llovía ligeramente. Tomaron la carretera del pueblo y en medio de la oscuridad, llegaron en unos minutos sin mayor problema, descendieron, mochilas al hombro, paragua y el dobladillo de los pantalónes alto, para no mojarse los mismos.
Dos eran los puestos de revisión, los esperarían en el segundo, pero las dejaron en el primero porque el costo del peaje era muy caro para los vehículos por recorrer ida y vuelta, de un puesto al otro.
Aunque había luz en la primera garita, la guardia estaba dormida y  vacilando entre despertarla y dejar constancia de su paso por ahí a esa desolada hora y también pensando en lo avanzado de la hora y lo profundo de su sueño, al final pasaron sin ser notadas.
Nadie, supo que estuvieron ahí. Tomaron el camino  por el bordo del mismo para llevar una guía, pues no se distinguía en aquella oscuridad ; sonidos de insectos  y otros animales en la noche; la llovizna seguía, caminaban presurosas, juntas y alertas, avanzando a través del kilómetro o dos que las separaba del próximo puesto.

En un instante, se perfilaron unas luces tras ellas, un enorme vehículo había pasado la primera caseta y pasaría en unos  segundos a su lado causando ráfagas de viento y agua. Pararon un instante, protegiéndose juntas cuando pasó, veloz.
Continuar, ya faltaba poco. Bajo los puentes, se escuchaba un torrente furioso,  porque  como tierra baja, llanura, ya empezaba a mostrar el acumulado de tantas horas de lluvia. Impresionaba ese torrente,el momento, el silencio, los ruidos, el viento. Ya no hubo mas vehículos  y con el reflejo de la luz de la caseta próxima, pudieron caminar mas de prisa hasta su primer destino. Como la lluvia cambiaba de intensidad por instantes,pensaron en refugiarse en una casa que , iluminada, servía de oficina en esa garita de mayor tamaño, mas el guardia, como adivinando sus intenciones, les cerró el paso mientras saludaba y en un interrogatorio que pretendía ser charla sin importancia, las retuvo en la zona de tránsito donde ellas sabían que debían esperar su transporte.
Mosquitos, humedad, aunque ya estaban fuera del alcance de la lluvia, eso no podía llamarse un sitio ni seguro, ni confortable. Se sentaron al final en cualquier sitio, en el piso ahuyentando de continuo los mosquitos que también peleaban su derecho a un sitio seco y además, a alimento.

Pasaron los minutos y en disimulando el temor e intentando secar sus ropas, llegó su transporte, con todos los compañeros, secos y descansados, otra odisea se comenzaba, en un camino lleno de pozos ocultos en la lluvia que caía.

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